El valor de presentar (bien)
¡Que importante es saber presentar! Y el saber presentar, tiene receta. Bajo mi punto de vista, y visto y vivido, lo que he visto y vivido, esa receta debe tener los siguientes componentes básicos:
10% de aprendizaje teórico: técnicas de presentación aprendidas en algún seminario para aprender a presentar. Que existen y muy buenos.
30% de teatralidad o puesta en escena. Esto creo que, aunque se puede aprender, tiene un componente algo innato. Los hay que tenemos cierta habilidad para hacer una presentación amena, y los hay que no. Esto se puede aprender, como todo. Aunque yo creo que se tiene, o no se tiene. Cuidado, no confundir con hacer el payaso y contar chistecitos. Cosa muy recomendable para jugar al Pictionary, pero poco saludable en una presentación de trabajo.
30% de saber (de verdad) de lo que se habla. Lo que hace que el soporte de la presentación este bien trabajado, que la respuesta a las preguntas sea coherente, y que el trabajo de “backstage” sea sólido.
30% de experiencia. Lo que elimina en un 90% el miedo a hablar en público. Cosa que por otra parte, nunca se pierde del todo. Cuando ya lo has perdido, ese miedo se convierte en respeto. Como dicen los actores, nunca te terminas de quitar el hormigueo en la tripa antes de salir a escena. Doy fe.
Lo más importante. No confundir continente con contenido. La presentación debe ser eso. Una presentación. Una puesta en escena de lo que se ha hecho o se va a hacer.
La presentación debe emocionar a los asistentes. Una vez conseguido esto, será cuando se interesen por el trabajo que hay detrás. Puedes haber hecho el mejor trabajo del mundo, que sí tu presentación es un rollazo, nadie se interesará por el trabajo que hay detrás. Y es que vivimos en la era de la imagen.
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